No hay nada que no puedas hacer... La cuestión es querer hacerlo...

13 sept 2010

Al final del verano

Era una tarde de finales de agosto. Ese año, el calor había llegado tarde y se preveía que también se marchase tarde. Y aunque apetecía ir a la playa a refrescarse en el mar, tomar el sol en la arena, jugar con pelotas, hacer castillos de arena y nadar, él tomó la dirección contraria, río arriba a la sombra de los árboles. Siempre había seguido los pasos de los demás, hecho cuanto los otros hacían, divertido con los demás, pero esta vez quería divertirse a su manera.
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El río bajaba lento, con sus aguas muy limpias y brillantes bajo los rayos del sol. Le hubiese gustado ir de noche (de hecho lo prefería), pero aquella noche era especial y no se podía permitir aquel paseo solitario bajo la luz de la luna. Aún así, intentaría escaparse para pasear a oscuras sin la presencia de nadie. Le fascinaba ver el reflejo de la luna sobre las cristalinas aguas de ríos, lagos, pantanos... Y siempre había deseado y soñado con nadar en el mar de noche; la familia, por contra, se oponía a sus deseos alegando lo peligroso que podría resultar ser esa aventura.
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Disfrutaba en soledad imaginando historias que ocurrían allá donde pisaba: grandes héroes, feroces bestias, batallas inolvidables... Todo lo que su mente lograba crear, parecía materializarse ante sus ojos. Había pasado largas horas escribiendo en libretas historias que surgían en su mente de la nada, dibujado paisajes insólitos y criaturas misteriosas, bellas figuras, esbeltas. Todos se reían de él y sus ideas, pero continuaba soñando despierto, sin decaer. "Ellos no me comprenden porque no son capaces de ver como yo" se decía.
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El sol bajaba más rápido de lo que él había calculado y pronto se encontró con que debía volver de nuevo a su casa. Allí estaría a punto de empezar una enorme fiesta, pero que a él no le interesaba en lo más mínimo. Pero debía asistir para no hacer enfadar a la familia. "Vendrá mucha gente" se iba diciendo. "Me preguntarán por lo que hago, y cuando les cuente la verdad, se reirán como los demás" intuyó.
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Llegó con el tiempo justo para cambiarse la camisa y los zapatos y bajar al salón. Logró esquivar todas las conversaciones y pronto se vio solo al lado de una mesa repleta de comida. Nadie se fijaba en él ni se le acercaba; todos parecían ocupados hablando de negocios, lanzando piropos a las mujeres o sentados en las mesas y comiendo sin prestar atención a nadie. Ni tan siquiera su madre le miraba o buscaba para atraerle a una conversación. Era su oportunidad para escaparse, sin ser visto, sin que le echaran de menos en aquel lugar.
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Salió del salón y siguió a oscuras hasta la puerta trasera, en las cocinas. Escapó vigilando por dónde pisaba y las ventanas del salón, grandes cristales relucientes por los que salía la luz de la fiesta y por los que se podría asomar alguien. Por suerte, logró marcharse sin ser visto y se encaminó a la playa. No había nadie con él, por lo que nadie podría decirle qué debía o no hacer.
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Llegó alegre y empezó a quitarse los zapatos. Al volver a alzar la vista, vio a alguien. Justo en línea recta, ya en la orilla, alguien permanecía quieto, sin moverse, como si hubiese quedado maravillado por algo que había visto. Se acercó poco a poco. La luna comenzaba a salir y empezaba a iluminar todo, incluido el rostro de aquella persona.
-¿Has visto? -le decía una voz femenina-. Ni tan siquiera saben que nos fuimos.
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La miró de nuevo. Ella estaba allí, de pie, sin mirarle. Tenía sus ojos verdosos fijados en la luna que ascendía por encima de las aguas, pero le hablaba de personas reales. Parecía irreal, como una de las doncellas narradas en poemas épicos o novelas históricas, pero estaba allí y no era fruto de su imaginación. ¿Cuándo había pasado?
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Entonces le miró a los ojos, sonriendo amablemente, y sin mediar palabra alguna le cogió de la mano y comenzó a caminar, entrando en el agua. Estaba fría, pero ella no parecía inmutarse. Primero el agua le mojó los pies, siguió las rodillas... Ella seguía tirando hacia dentro, decidida, sin desviar sus ojos de él. El agua ya superaba su cintura y la tela de su vestido se alzaba danzando con el mar. Finalmente el agua le cubrió hasta justo por encima del pecho, aunque ella (de menor estatura) tenía sus hombros bajo el agua. Hundió la cabeza para mojarse el cabello y le miró.
-Venga, no hay nadie que te lo pueda impedir. A demás, ahora ya estás en el agua, ¿qué más da lo que digan?
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Le sonrió agradecido. Cogió aire y también se sumergió bajo el agua, pero tardó más en salir. Ella también había vuelto a sumergirse y, aun con la oscuridad del agua, la débil luz de la luna que se colaba la veía claramente. Volvió a sacar la cabeza y respiró, sintiendo la brisa nocturna sobre su rostro mojado. Lo que siempre había deseado... Con lo que tanto tiempo llevaba soñando... Y ella parecía ser conocedora de todo aquello.
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La volvió a mirar; ella sonreía y se limitaba a estar ante él. Se dio un breve impulso hacia atrás y empezó a nadar. Su traje, empapado, se le había pegado al cuerpo y con el resplandor del mar y la luna parecía brillar sobre su piel. La siguió, interesado cada vez más por sus gestos, sus movimientos... Por toda ella. Se había detenido y él a su lado; no tocaba con los pies el fondo y la orilla quedaba lejos.
-Ya no te ven, no te preocupes -le dijo.
-¿Y tú? ¿No se preocuparán por ti?
-Sí.
-¿Y por qué continúas?
-¿Qué tiene de malo cumplir tus sueños o ayudar a alguien a que los cumpla?
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Sí, podía contar con ella, confiar en ella. Le hablaba con sinceridad y no se reía de sus ideas. Era diferente a los de la fiesta. ¿Dónde había estado? Quiso preguntárselo, pero no le salían las palabras de la boca. Y ella seguía nadando, incitándole a seguirla.

19 jul 2010

I will never be afraid again



I will keep on fighting 'till the end


I can walk on water, I can fly


I will keep on fighting 'till I die


6 abr 2010

Bueno, un vídeo aquí de hace tiempo que ha gustado bastante a la gente que lo ha visto en Youtube (http://www.youtube.com/user/MaronAnn -aquí tenéis mis vídeos y unos cuantos de mi hermanita) con la música de Rammstein acompañando escenas de las Cartas de Clow de Card Captor Sakura. Espero que os guste y que os paséis a mi cuenta de Youtube a ver más, aunque vaya colgando algún que otro de vez en cuando.

20 mar 2010

There were places we would go, at midnight
There were secrets that nobody else would know
There's a reason but I don't know why
I don't know why
I don't know why
I thought they all belonged to me
-
Who's that girl?
Where's she from?
No she can't be the one
That you want
That has stolen my world
It's not real, it's not right
It's my day, it's my night
By the way
Who's that girl, living my life?
Oh no, living my life.
-
Seems like everything's the same, around me
Then I look again and everything has changed
I'm not dreaming so I don't know why
I don't know why
I don't know why
She's everywhere I wanna be
-
Who's that girl?
Where's she from?
No she can't be the one
That you want
That has stolen my world
It's not real, it's not right
It's my day, it's my night
By the way
Who's that girl living my life?
-
I'm the one who made you laugh
Who made you feel
Who made you sad
I'm not sorry
For what we did
And who we were
I'm not sorry
I'm not her
-
Who's that girl?
Where's she from?
No she can't be the one
That you want
That has stolen my world
It's not real, it's not right
It's my day, it's my night
By the way
Who's that girl living my life?
Oh no, living my life.

18 feb 2010

El regalo

El tabernero trajo otra botellita a la muchacha y se dirigió a la otra punta del mostrador para atender el resto de clientes. William cogió también algo para beber y, con el trapo sobre los hombros, se sentó al lado de Eva para seguir hablando.
-¿Tienes fotos del viaje?
-Sí, mira, aquí las tienes. Y esto es para ti.
-¿Qué es? Parece algo grande.
-Me pediste que te trajera uno, ¿o tampoco recuerdas eso?
-¿Un qué? Para que veas que no te miento, tanta faena me ha hecho olvidar la mitad de las cosas que han pasado en mi vida. Y la muerte de Enma el año pasado ya fue lo peor de todo. Desde ese momento dejé de fijarme en lo que perdí en el pasado para no volver a sufrir nada. Ya sabes lo de su muerte, ¿no? Como no te sorprendes…
-Sí, me lo ha contado Tom antes. Una pena, la verdad, tenía toda la vida por delante todavía, aquella muchacha. ¡Pero abre eso ya! Tengo ganas de ver tu cara cuando te des cuenta de lo que es.

William empezó a abrir el paquete hasta dar con una caja de cuero negro. Levantó la tapa y sacó con sumo cuidado un cuaderno oscuro sin título alguno en la portada. Soltó el broche que unía ambas tapas y empezó a pasar las hojas con cuidado, viendo en cada una de ellas una serie de fotos de distintos lugares. Algunas eran monumentos, otras simplemente el paisaje de la zona: el mar, una gran tormenta sobre una ciudad de noche, con todas las luces de ésta encendidas… Entonces se dio cuenta de lo que Eva le acababa de dar y recordó sus últimas palabras mientras el coche en el que, en el pasado, montó su amiga para no volver hasta pasados varios años empezaba a moverse dirección al aeropuerto de la ciudad más cercana.
-¿Lo recuerdas ahora?
-Era una locura lo que te pedí… Pero me la has traído.
-“Eva, quisiera pedirte un favor: si algún día vuelves a este pueblo, ¿puedes traerme el mundo entero contigo?” –recitó Eva con los ojos cerrados, recordando viejos tiempos.
-Te acuerdas palabra por palabra. Bueno… muchísimas gracias por… el regalo. ¿Esto de aquí no es…?
-¿París? Sí, estuve una temporadita a los pocos meses de salir de aquí. Esta foto también es de allí. ¿A que se ve bonito el cielo de noche, tan iluminado?
-Esas cosas no pasan aquí… Ya me hubiese gustado a mí conocer esos lugares, pero mis padres no pueden permitirse esos placeres. Tú has tenido suerte, siendo quien eres. Y parece extraño que te pasees por lugares como éstos en vez de ir con la gente de tu clase a restaurantes caros y lugares seguramente aburridos.
-Por eso no voy, porque son aburridos, mira tú qué sencillez. Mis padres lo entienden y no me ponen trabas ni intentan convencerme para ir con ellos a los sitios. Pero los viajes sí que los he de hacer. No quieren dejarme sola, temen por mí.
-Típico en los padres. ¿Y esta tormenta? ¿Dónde fue?
-Déjame ver… si no recuerdo mal, creo que esa fue en Zurich. Estuve casi de paso allí, unas semanitas.
-¿Esto es un tornado?
-Sí, de las Grandes Llanuras, en los Estados Unidos. Creo que fue el segundo o tercer año después de irme de aquí.
-Vaya… ¡Es estupendo! Muchísimas gracias, de verdad, Eva. Ahora, al menos, no puedo decir que no conozco algo del mundo exterior.
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Tom se acercó a los jóvenes y echó una ojeada rápida al álbum que seguía mirando con emoción notable William. Eva se dispuso a pagar, pero el hombre le negó el dinero, trayéndole una nueva botella y diciéndole alegremente que le invitaba por llevar tanto tiempo lejos de allí. Ella, agradecida, pasó el resto de la noche con ellos hablando de su largo viaje hasta que un hombre bien vestido entró, algo mojado por la lluvia que empezaba a amainar a la par que el viento, e indicó a Eva el momento de volver a casa.
-Me alegra haberte vuelto a ver, Eva. Para mí ha sido un pequeño rayo de luz entre la oscuridad que ha habido en este último año en la taberna.
-Gracias por todo. Como siempre, el zumo perfecto, Tom. Ya me hacía falta un buen zumo como el que sirves.
-Siempre es un placer servirte lo que deseas –respondió con una pequeña reverencia.
-Bueno, nos vemos mañana, Tom. Y tú tranquilo, Will, mañana te enseñaré más fotos.
-Está bien. Que descanses.
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El hombre saludó al tabernero alzando el sombrero y salió del local mientras la chica se volvía a poner la capa. Iba a abrir la puerta cuando William, por detrás del mostrador, la llamó y obligó a voltearse.
-Oye, ¿te apetece venir mañana a dar una vuelta por el pueblo para recordarlo de nuevo?
-Tendré que deshacer el equipaje por la mañana. Nos vemos mañana a las cuatro –dijo saliendo sonriente por la puerta.